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Syriza tiene soluciones audaces a las fuerzas de la austeridad que estrangulan Europa


Costas Lapavitsas. Publicado en The Guardian en inglés.  

La semana inaugural del nuevo gobierno en Grecia ya ha supuesto una sacudida considerable a la política de la UE, y hay mucho más por venir. En primer lugar, es necesario desmontar el bulo de amplia circulación que el gobierno de coalición entre Syriza, el partido que represento en el Parlamento, y los Griegos Independientes (Anel) significa una alianza “rojo-marrón” impía. Anel no es una versión suave de la fascista Amanecer Dorado. Es un partido nacionalista que habla por amplios sectores de conservadurismo de base, y se ha opuesto sistemáticamente a las desastrosas políticas de austeridad. De hecho, con respecto a la deuda nacional de Grecia, su posición podría incluso ser considerada a la izquierda de Syriza.

Huelga decir que Syriza hubiera preferido formar un gobierno por sí solo, pero los resultados de las elecciones no se lo permitieron. Para su vergüenza, el partido comunista griego se negó a unirse o incluso a apoyar un gobierno de Syriza. No hay otro partido con credenciales anti-rescate en el Parlamento griego. El dilema para Syriza, por lo tanto, era o bien formar un gobierno con Anel y aplicar el programa anti-rescate, o dejar que el país vaya a unas nuevas elecciones, lo que habría sido desastroso para la economía y la sociedad. Hicimos lo correcto.

Grecia ya no considera que la troika tenga un estatus institucional válido.

La realidad de Syriza en el poder comenzó a surgir tan pronto como se formó el gobierno. Una sucesión de ministros hicieron anuncios notables mientras tomaban la oficina: reversión de privatizaciones en los sectores de la electricidad y el petróleo, la reinserción laboral de los trabajadores del sector público despedidos, la eliminación de la desregulación laboral, el aumento del salario mínimo y más. Mientras tanto, el nuevo ministro de Finanzas declaró que el país ya no va a negociar con la troika de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Grecia no se someterá a la evaluación prevista de su programa de rescate, incluso si eso significa que no se reciben los otros € 7.2 mil millones de financiación de la troika este año. De hecho, el país ya no considera que la troika tenga un estatus institucional válido. Por si no fuera suficuente, Grecia a marcado distancia con la política de la UE relativa a las sanciones a Rusia.

La reacción del mercado de valores de Atenas fue inmediata: los precios de las acciones se desplomaron, en particular los de los bancos. Es probable que la presión financiera vuelva a surgir esta semana ya que los bancos han estado perdiendo liquidez y los inversores internacionales están muy nerviosos. La reacción de los responsables políticos europeos, por su parte, ha sido de incredulidad atónita, apenas enmascarada por sutilezas diplomáticas. Llamadas telefónicas furiosas, sin duda, se han dirigido a Atenas durante los últimos días.

El gobierno de Syriza es inexperto, pero sería un error pensar en él como un grupo de agitadores gallitos de peleas. Lo que en realidad está haciendo es aplicar la “línea” – en anticuados términos de izquierda – por la que ganó el poder. En concreto, se está gestionando la línea de “buen euro”, afirmando que la Unión Monetaria Europea, y de hecho la UE, se podría transformar radicalmente desde dentro. La dirección de Syriza no tiene absolutamente ninguna intención de sacar a Grecia de la UME. Además, se cree que los costes del “Grexit” serían tan graves que Europa no expulsará a Grecia de la moneda común. Sobre esta base, se cree que si una poderosa alianza de fuerzas de izquierda surge en toda Europa, la pesadilla de la austeridad podría darse por terminada, la carga de la deuda podría ser mitigada en el continente, políticas para aumentar el empleo podrían ser adoptadas, y el estado del bienestar fortalecido. Europa se transformaría.

No es de extrañar que las acciones del gobierno de Syriza hayan generado una enorme oleada de apoyo popular en Grecia. Hay una palpable sensación de alivio y orgullo nacional entre los griegos ordinarios, un sentido de haber recuperado algo de dignidad después de años de ser tratados terriblemente. Entre otras novedades alentadoras están las poderosas voces internacionales que hablan a favor de Syriza, incluida la del presidente Obama.

Sin embargo, la verdadera prueba para el “buen euro” vendrá sólo cuando Berlín y Angela Merkel empiezan a mostrar su mano.

La dura realidad es que la UE tiene influencia sustancial sobre Grecia. El país cuenta con grandes pagos de la deuda en el próximo período, el más grande, a principios de verano, que será imposible de cumplir sin financiamiento nuevo. El programa nacional de Syriza, por otra parte, sigue pendiendo de una insegura financiación, incluso si el gobierno pretende simplemente lograr un presupuesto equilibrado. El Impuesto sobre la renta ha ido disminuyendo, en parte debido a la presión fiscal extraordinaria impuesta por la troika, y en parte debido a la interrupción de la elección. Sería necesaria una reorganización importante y rápida de la recaudación de impuestos para garantizar la financiación de las medidas previstas para aliviar a los más afectados por la crisis. Y los bancos siguen siendo absolutamente dependiente de la liquidez proporcionada por el BCE y son susceptibles a huidas bancarias.

La presión sobre Syriza para que diluya sus demandas y cumpla con los requisitos básicos del programa de rescate es probable que sea feroz. Para que el liderazgo de Syriza no sea aplastado por la presión, es de vital importancia que reciba un fuerte apoyo internacional, incluidas buenas y prácticas propuestas sobre cómo hacer frente a los enormes dificultades por delante. Es necesario seguir debatiendo, por ejemplo, si Grecia debe pagar en su totalidad la parte de la deuda que debe al BCE y el FMI (aproximadamente € 70 mil millones, de un total de 320 mil millones). Las bases jurídica y moral de esa deuda están verdaderamente abiertas a la disputa.

La línea del “buen euro” se encontrará cara a cara con la realidad, y dos cosas serán de suma importancia: en primer lugar, no se debe permitir a las fuerzas de la austeridad que actualmente estrangulan a Europa  que aplasten el experimento Syriza, o que lo conviertan en un compromiso carcomido; segundo, Syriza debe hacer preparaciones sólidas y meticulosas para todas las eventualidades, un punto que es bien entendido por muchos dentro de ella. El resto es chachara política.

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