Capitalismo global y medioambiente patógeno*
De aquí al 15 de diciembre y si en los días que vienen los medios empleados para combatirla no aumentan considerablemente, la pandemia del Ébola, que ya ha causado la muerte de mas de 5.000 personas en África occidental, podría acabar con la vida de más de 90.000 personas sólo en el condado liberiano de Montserrado/1. En efecto, nada permite pensar que las medidas adoptadas hasta el presente logren hacer retroceder de forma sensible esta plaga. Ahora bien, ¿se puede acabar definitivamente con una crisis sanitaria como ésta sin actuar sobre las causas socio-medioambientales que la han provocado? Esto plantea la necesidad de profundizar en la comprensión de esta catástrofe para lograr extraer las enseñanzas necesarias, sobre todo desde una perspectiva ecosocialista. Para ello, en primer lugar, voy a recordar cinco argumentos desarrollados más detalladamente en mis artículos precedentes en Viento Sur del 19 de agosto y 9 de octubre:
– La transmisión del virus de la fauna a las personas (spillover) está vinculada a las transformaciones cualitativas operadas en el medioambiente regional a causa de la deforestación, del acaparamiento de recursos naturales (minerales, madera, etc.), del acaparamiento de tierras (land grabbing) y de la explosión del monocultivo para la exportación; fenómenos agravados en un contexto mundial de calentamiento climático.
– La exposición creciente de las comunidades populares a este nuevo agente patógeno debido al régimen de acumulación por desposesión que domina cada vez más el capitalismo periférico y caracterizado por la privatización acelerada de los bienes comunes, la guerra por el control de las materias primas, el desarraigo y las migraciones forzadas de la gente.
– La incapacidad de contener la pandemia es fruto del hundimiento de los sistemas de salud y de los servicios públicos en general en los países afectados como consecuencia directa de la imposición de programas de ajuste estructural brutales a costa de responsabilidades básicas de los Estados.
– La alianza neocolonial de los grandes inversores extranjeros y de las burguesías locales tiene como objetivo garantizar su control exclusivo sobre la renta. De ahí el autoritarismo y la represión de las resistencias populares que, por otro lado, suscitan una profunda desconfianza hacia los poderes locales y las injerencias extranjeras. Actualmente, este contexto político mina los intentos para controlar la epidemia.
– El predominio de la búsqueda del beneficio privado en la industria farmacéutica limita la investigación sobre las enfermedades de los países pobres mientras nos constituyan un riesgo de pandemia mundial o de bioterrorismo. De ahí la ausencia de vacunas o de tratamientos eficaces contra el Ébola después de casi 40 años de que apareciera en África central.
Trabajos científicos publicados estas últimas semanas, sobre todo en el campo de la biología, de la epidemiología y de la ecología humana, aportan nuevas precisiones sobre la relación entre el desarrollo de la agricultura intensiva de exportación sometida a la presión del mercado mundial, en particular tras el estallido de la crisis financiera en 2007-2008, y el auge de la pandemia del Ébola. En general, muestran que los circuitos del capital abren la vía a gérmenes patógenos extremadamente peligrosos, en particular en los países de la periferia que sufren de forma más brutal los efectos sociales de la actual acumulación por desposesión. A este respecto, vamos a tratar de presentar algunos resultados importantes.
Ecosistemas y epidemias
Ya sabemos que el virus del Ébola está presente en África occidental desde haces varios años: en primer lugar, porque aparecieron anticuerpos contra varias de sus variedades en muestras de sangre obtenidas en Sierra Leona hace cinco años; y, en segundo lugar, porque los primeros análisis del genoma de la cepa activa desde hace más de diez meses permiten establecer su aparición en la región a medidos de los años 2000/2. La cuestión es ¿por qué las infecciones puntuales provocadas por este germen, que no fue diagnosticado como tal hasta finales del invierno 2013-2014, han desembocado súbitamente en una verdadera epidemia? Según un estudio reciente, los «cambios de política o de estructura socioeconómica, sobre todo de la economía que rige las plantaciones, pueden «desesterilizar» un ecosistema natural en el seno del cual un agente patógeno habría podido conservarse en equilibrio hasta el presente con un bajo nivel de actividad, o no habría encontrado la forma de desarrollarse»/3.
En sentido inverso, la agricultura campesina tradicional a pequeña escala, por su diversidad espacial, temporal y modal, construye numerosos obstáculos físicos y funcionales (que los estadísticos denominan “ruidos estocásticos” contra la multiplicación exponencial de numerosos gérmenes. Algunas investigaciones también tratan de determinar qué modificaciones socioeconómicas pueden facilitar la evolución y la propagación de los agentes patógenos en cada tipo de ecosistema. Por ejemplo, parece probado que la mercantilización del cultivo de frutas y los efectos de las políticas gubernamentales que conducen a la desposesión de las comunidades rurales, hayan favorecido el incremento de la densidad de personas y animales alrededor de estos cultivos dedicados a la exportación, así como la multiplicación de los contactos en el seno de las especies y entre distintas especies. Esta concentración acrecentada de virus en un espacio delimitado favoreció su proliferación en función del «efecto Allee» (que establece una relación directa entre densidad y el crecimiento de la población).
Este modelo sugiere la posibilidad de que, en determinadas condiciones, las «fricciones» inherentes a un ecosistema y que dificultan la circulación de los gérmenes, se puedan reducir de forma brutal. Por ello, la «fluidez» actual impide que una intervención de urgencia para contener eficazmente la circulación del virus puede asegurar su regresión espontánea. En adelante, la lucha contra la pandemia no puede dejar de lado medidas estructurales orientadas a restaurar cierta «viscosidad» del sistema/4. Por tanto, la contención de una pandemia implica la capacidad de intervenir también sobre las transformaciones actuales de los modos de producción agrícolas, silvícolas y mineros, realizadas bajo la presión de la economía mundial. Tal política implica una actuación consciente de las poblaciones afectadas para resistir a las exigencias del mercado internacional en una perspectiva social y ecológica.
«Trazar la emergencia de las enfermedades siguiendo los circuitos del capital»
El bio-ecologista estadounidense Robert G. Wallace (University of California, Irvine), entre otros, defiende la «unidad estructural de la salud» (Structural One Health). Estos investigadores preconizan el desarrollo de una «nueva ciencia que trace el origen de las enfermedades siguiendo los circuitos del capital»/5. Por ejemplo, si durante años el Ébola ha podido quedar confinado a la fauna salvaje, el fin de ese período de «latencia» y la incontrolable epidemia que ha provocado, se debería a transformaciones importantes de los ecosistemas en África occidental, relacionadas con los cambios operados en el modo de producción del aceite de palma. En efecto, la primera fuente de contaminación, en un pueblo próximo a Guéckédou, se encuentra en una zona densamente boscosa que alberga un mosaico de pueblos y plantaciones del mismo tipo. Se sabe que las palmeras para la producción de aceite atraen especialmente a los murciélagos frugívoros del bosque, anfitriones privilegiados del virus, que después pueden transmitirlos a las personas a través de sus orines, excrementos o saliva, lo que no implicaría necesariamente el consumo de carne salvaje. La vecina región de Kailahun (Condado de Lofa) en Liberia presenta características análogas, agravadas por el amplio desarrollo del acaparamiento de tierras/6.
Es verdad que en África occidental la palma de aceite se explota en estado natural y se cultiva desde hace cientos de años; sin embargo, bajo la presión de la demanda internacional, sus ciclos de barbecho no han dejado de acortarse: de 20 años en los años 1930, a menos de 10 en los años 2000. Esto incrementa la densidad de las plantaciones. En Guinea, la expansión del cultivo de estos árboles es reciente: 15.000 hectáreas deberían permitir comercializar 84.000 toneladas de aceite en el horizonte del año 2015/7. Incluso aún cuando el sector artesano tradicional domine esta actividad, la empresa estatal Guinean Oil Palm y Rubbeer Company (SOGUIPAH) actúa como correa de transmisión de las presiones de los mercados externos: introducción de una variedad híbrida más productiva, cuyos granos sólo se pueden obtener en esta compañía/8, confiscación de tierras y expulsión de quienes las ocupan, multiplicación de contratos de arrendamiento, cadenas de producción racionalizadas, intervención policial para reprimir la resistencia popular.
La «ayuda al desarrollo» también ha acentuado estas dinámicas, ya que el Banco de Inversiones Europeo financió recientemente la cuadruplicación de la capacidad de refinado industrial de la SOGUIPAH que, por su parte, prohibió a los pequeños productores, bajo pena de prisión, obtener su aceite por el método artesanal. Todo ello desemboca en la privatización de los comunes: obstáculos crecientes a la libre explotación de la palmas de aceite salvajes o del desarrollo de pequeñas plantaciones privadas en los terrenos desbrozados. De ese modo, aún cuando en Guinea no existan grandes explotaciones multinacionales, como en Liberia o Sierra Leona, el «aceite de palma represente un caso típico de consolidación rampante [del monocultivo de exportación], de privatización, de comercialización y de capitalización [de esta actividad], que hacen retroceder la producción artesanal. De ese modo, aún cuando hasta ahora ninguna compañía privada plante palmas de aceite en Guinea, bajo el efecto de una geografía relacional, el impacto del mercado mundial sobre la agroecología local ya comienza a dejarse sentir/9.»
La violencia de la epidemia del Ébola en África occidental no hace sino transladar al ámbito de la salud la que existe en la destrucción de los ecosistemas (deforestación), en la desposesión de las comunidades rurales (privatización), en el endurecimiento extremo de las condiciones de trabajo en los sectores exportadores (sobreexplotación) y, también, en el desmantelamiento de los últimos sistemas sociales establecidos por los Estados [planes de ajuste estructural]. Esto anuncia el precio que el capitalismo globalizado está dispuesto a hacer pagar a las poblaciones, en particular a las más pobres y a las más expuestas, para la mercantilización siempre creciente de sus economías y de los desequilibrios medioambientales crecientes que genera. Razón de mas para combatirlo en nombre de un proyecto ecosocialista que no sea considerado como un «lujo» para el Norte, sino como una necesidad urgente para el mundo entero.
* Imágen de la zona de surgimiento del ébola en Guinea, en rojo monocultivos de palma aceitera. Fuente: Wallace, R. G. et al., «Did Ebola Emerge in West Africa by a Policy-Driven Phase Change in Agroecology?», Environment and Planning, 46, 2014 (en prensa), publicado en línea el 20 de octubre de 2014.
Notas:
1/ Fishman, D. et Tuite, A.R., « Ebola : No Time to Waste », The Lancet, 24 de octubre de 2014.
2/ Schoepp, R. J. y al., «Undiagnosed Acute Viral Febrile Illnesses, Sierra Leone», Emerging Infectious Diseases, 20, 2014, pp. 1176-1182; Gire, S. K. y al., “Genomic Surveillance Elucidates Ebola Virus Origin and Transmission During the 2014 Outbreak”, Science, 345, 12 de septiembre de 2014, pp. 1369-1372.
3/ Wallace, R. G. et al., «Did Ebola Emerge in West Africa by a Policy-Driven Phase Change in Agroecology?», Environment and Planning, 46, 2014 (en prensa), publicado en línea el 20 de octubre de 2014.
4/ Osterholm, M. T., «What We Need to Fight Ebola», Washington Post, 1 de agosto de 2014.
5/ Wallace, R. G. et al., «The Dawn of Structural One Health: A New Science Tracking Disease Emergence Along Circuits of Capital », Social Science and Medicine, 2014 (en prensa, disponible en línea)
6/ Fouladbash, L., Agroforestry and Shifting Cultivation in Liberia : Livelihood Impact, Carbon Tradeoffs, and Socio-political Obstacles, PhD Thesis, Natural Resources and Environment, University of Michigan, 2014.
7/ Carrere, R., Oil Palm in Africa : Past, Present and Future Scenarios, World Rainforest Movement, Montevideo, 2010.
8/ En caso de ruptura del contrato, la utilización de granos de los árboles de la primera generación conlleva un reducción en el rendimiento de un 40% (Delarue, J. et Cochet, H., «Systemic Impact Evaluation: A Methodology for Complex Agricultural Development Projects. The Case of a Contract farming Project in Guinea» European Journal of Development Research, 25, 2013, pp. 778-796).
9/ Wallace y al., «Did Ebola Emerge… », art. cit.