Grupo de lectura “Energía en Decrecimiento”


Desde Somos Comunidades y el ODG lanzamos el grupo de lectura “Energía en Decrecimiento”, un espacio de reflexión colectiva para mirar al mundo de la energía desde la perspectiva decrecentista.

Los visibles impactos negativos, tanto sociales, como ambientales y de género, del modelo económico hacen pensar que es necesario explorar y poner en marcha alternativas que superen el crecimiento económico como objetivo final de la economía. Por eso, consideramos necesario contar con espacios para reflexionar sobre este tema.

Conjuntamente con Júlia Martí, Luis González, Yayo Herrero y Alfons Pérez, además de la participación de casi 90 integrantes de Comunidades Energéticas, debatiremos durante cuatro sesiones online sobre la energía en relación con el decrecimiento, los límites, las necesidades y la comunidad. Aquí compartiremos los vídeos de la introducción a cada sesión, así como un pequeño resumen de los debates.

1a Sesión: Introducción al decrecimiento

10 de abril 2024

En esta primera sesión debatimos basándonos en tres preguntas. La primera fue ¿qué nos sugiere el concepto Decrecimiento? Y las respuestas fueron variadas. Por un lado, consideramos que es un concepto que puede generar rechazo o miedo, pero también que nos permite abrir debates y repensar el modelo económico. Puede ser un camino, un faro hacia la igualdad y la equidad. También reconocimos el decrecimiento como algo inevitable, en un planeta limitado hay límites biofísicos al crecimiento perpetuo. Y en este sentido se planteó la necesidad de democratizar el decrecimiento y reconocer las desigualdades de partida.

La segunda pregunta fue ¿qué miedos nos genera? Y aunque muchas de las participantes dicen que no les genera miedo en lo personal, sí que compartían el miedo a que no se aplique correctamente. ¿Se llegará a tiempo y será justo y ecofeminista? También compartíamos la preocupación por cómo contagiar estas ideas. Es un concepto que genera malestar, que puede generar bloqueo, además existe un miedo generalizado al cambio. Hay que tener valentía para poder llevar a cabo las transformaciones que plantea el decrecimiento. Para ello se habló de la importancia de trabajar localmente y con ejemplos prácticos que muestren que es posible, hablar del decrecimiento de los impactos negativos e impulsar alternativas, no únicamente restricciones.

Por último, también nos preguntamos: ¿qué esperanzas nos permite imaginar? Y salieron muchas ideas. “Cuando lo analizas, ves que hay una solución, genera esperanza”, fue una de las frases que se repitió. También la idea de que el decrecimiento puede ser una arma política que desafía y reta el sistema. Otros conceptos como sostenibilidad, economía circular, desarrollo sostenible… el capitalismo los acaba absorbiendo, pero el decrecimiento tiene la facultad de poner en duda el sistema. Poníamos esperanzas en la posibilidad de generar una reacción y un caminar hacia una transición con perspectiva ecosocial y feminista desde el ámbito comunitario y local, así como en la creación de redes. También hablamos de la esperanza por el colapso del capitalismo, por lograr la justicia social tanto en nuestro entorno como a nivel global.

2a Sesión: Decrecimiento, energía y límites

30 de abril de 2024

Luís Gonzalez presentó cinco criterios para definir unas energías renovables realmente renovables, que tengan en cuenta la seguridad ambiental y la justicia y democracia. (1) Que se fabriquen con energía y materiales renovables, no sólo con materiales biológicos sino también con otros que se puedan reciclar de manera sencilla o que no necesitemos purificar, eso requerirá ir hacia tecnologías más humildes; (2) que produzcan no solo electricidad sino trabajo directo y calor, por ejemplo máquinas para bombear agua o moler grano, o la generación de aire comprimido con saltos de agua; (3) que tengan una inserción en el funcionamiento de los ecosistemas de manera armónica, ya que quiénes realmente están haciendo una economía circular son el conjunto de ecosistemas interrelacionados, con una tecnología de reciclaje que los seres humanos no podemos alcanzar; (4) que se basen en el principio de cosecha honorable: no acaparar todo y maximizar la reproducción de la vida, en vez de esquilmar todas las fuentes energéticas, dejar recursos para el resto de la vida y permitir que el resto de la vida maximice su biodiversidad a través de la interacción; y (5) que exista un control comunitario de estas máquinas para tener grados de autonomía mayores, eso supone contar con la capacidad de fabricarlas y repararlas, comunitariamente no de forma individual.

Durante el debate, uno de los grupos planteó que sentían un gran optimismo de la cantidad de cosas que se pueden hacer y la mayoría estuvieron de acuerdo en las propuestas planteadas, pero también surgió la pregunta: ¿cómo hacemos todo esto? Cómo superamos el rechazo al cambio o hacemos frente a la complejidad de estas transformaciones. Se planteó la posibilidad de empezar con pequeños pasos, entender que lo que hacemos (por ejemplo instalar fotovoltaicas) no es el fin sino el camino. Además de la importancia de contar con herramientas para poder debatir e ir dando pasitos. En este sentido se habló mucho de la necesidad de contar con referentes para sentir que podemos hacer estos cambios (por ejemplo experiencias de bioconstrucción, movilidad compartida, reciclaje de fibras para ropa, gestión forestal basándonos en el principio de la cosecha honorable…). También se habló de recuperar muchas cosas que se hacían en el pasado y hemos dejado de hacer.

También se señaló la importancia de la redistribución para que esta transición no genere más desigualdad, así como incorporar la mirada feminista, antirracista y global, reconociendo que en el mundo hay muchas sociedades que ya viven con un menor consumo energético. Además de reconocer que los planteamientos pueden ser diferentes según el contexto.

En este sentido, se afirmó que el decrecimiento también implica replantearnos qué entendemos por bienestar y la forma de vivir. Y se habló de cómo impulsar estas alternativas desde el ámbito comunitario y la posibilidad de tener más tiempo para pensar o relacionarnos colectivamente. Luis reafirmó el potencial de las alternativas comunitarias como procesos de empoderamiento muy fuertes, “de golpe una parte de mi vida que antes dependía del mercado empieza a depender de mí”. “No es solamente que viva mejor, sino que transformo mi entorno y muestro cosas que se van a poder escalar o replicar.”

3a Sesión: Decrecimiento, energía y comunidad

21 de mayo de 2024

En esta sesión Yayo Herrero planteó la importancia de contar con una propuesta de transición justa integral, una transición entendida como un cambio en el modo de ser y de estar. Reconociendo que somos seres ecodependientes y, por tanto, estamos sujetos a los límites biofísicos del planeta. Además de que vivimos encarnados en cuerpos vulnerables, que tienen necesidades que no pueden ser satisfechas en solitario, lo que nos convierte en seres interdependientes.

Yayo define la transición ecosocial justa como un proceso planificado, deseado, de reorganización de la vida en común, que tiene como principal propósito la garantía de condiciones dignas de existencia para todas las personas y comunidades en el contexto de un planeta en crisis y translimitado. Es decir que las propuestas ecosociales se tienen que hacer cargo del bienestar de la gente. Esta propuesta reconoce el decrecimiento como el contexto material en el que sí o sí se va a desarrollar la vida en común. Un decrecimiento que, para que sea justo, se tiene que basar en el principio de suficiencia, entendido como derecho y como obligación; así como en la redistribución. Entre el tope de lo que tenemos y el suelo mínimo de necesidades es dónde está la posibilidad de construir la transición ecosocial justa.

Las personas participantes en el debate estuvieron de acuerdo en la necesidad de resolver de forma conjunta la satisfacción de necesidades y la sostenibilidad, aunque reconocieron que a menudo se plantea como un dilema. Ante este dilema se propuso el reto de buscar soluciones conjuntas, por ejemplo impulsar la redistribución del trabajo y la riqueza, para que la economía de cuidados, local o cooperativa pueda absorber el desempleo generado en otros sectores contaminantes. Yayo también propuso crear una Renta básica en especie para toda la población (para garantizar vivienda, alimentación de calidad, acceso mínimo a la energía, etc.).

También se reconoció que necesitamos una transición social, de mentalidad y cultural, y qué en función de dónde pongamos “el valor” como sociedad podremos plantear una transición justa y ecológica. Además de entender que la transición se tiene que hacer desde lo comunitario y local, fortaleciendo los vínculos y el tejido social vecinal. En este sentido, se ve a las comunidades energéticas como un referente y como un apoyo para que aparezcan más. También se planteó que los ayuntamientos tendrían que incentivar la idea del bien común en vez de las ganancias de la industria.

Por último, nos preguntamos si la transición sería violenta… a lo que Yayo respondió que “ya está siendo violenta”, hay sociedades en el mundo que están en una situación de colapso, territorios destrozados, enfermedades por contaminación, desplazamientos por cambio climático, guerras, violencia contra personas migrantes… Además, vivimos una quiebra de la razón humanitaria, aparecen sectores políticos que dicen que los derechos humanos son buenismo, o que dependen del esfuerzo de cada uno. En sus palabras, luchar contra estas violencias también es una lucha ecologista, tan necesaria como defender el territorio. Frente a ello, necesitamos crear muchos coágulos de vida comunitaria, archipiélagos de vida justa, no patriarcal, no genocida, a poder ser alegre… con posibilidad de contagio.

En definitiva, una transición que sea deseable y nos llene de sentido vital.

4a Sesión: Decreixement, energia i necessitats

8 de mayo de 2024

Alfons Pérez introdujo la sesión con los contenidos del libro “Ni público ni privado, ¿sino común? Usos, conceptos y comunidades en torno a los bienes comunes y la(s) propiedad(es)”, coordinado por Bru Laín y publicado por Editorial Bellaterra, disponible online.

Las lecturas recomendadas eran el prólogo de David Casassas y un capítulo de Sebastià Riutort y Pablo Cotarelo, y buscaban ampliar la visión de los proyectos de Comunidades Energéticas haciendo un ejercicio de autorreconocimiento de su capacidad transformadora para romper con la dicotomía de público o privado, un debate presente en las propuestas del Decrecimiento.

Alfons resumió el prólogo de Casassas explicando que, según el autor, la apuesta por los bienes comunes precisamente busca recuperar la soberanía perdida a causa del neoliberalismo, entendiendo el bien común como “la cosa”, el recurso o el conjunto de recursos, materiales e inmateriales, del común, y la Comunidad, el sujeto colectivo capaz de emprender la tarea.

En cuanto al capítulo, Cotarelo y Riutort ven la transición energética como una oportunidad para hablar de la propiedad de la energía, un debate complejo que requiere, según los autores, propuestos complejas. Dada la singularidad de la energía, que actualmente es un bien básico, su propiedad no puede estar regida por un sentido absoluto, exclusivo y excluyente, sino por un principio de limitación, ya que debe cumplir la función social de satisfacer las necesidades básicas del conjunto de la comunidad. El texto aborda el tema de las Comunidades Energéticas diciendo que su desarrollo depende del capital social, determinado por la renta per cápita, la densidad de población, de organizaciones sociales y entes de la administración pública, por la densidad técnico-empresarial, financiera y de infraestructuras, y por la riqueza cultural, laboral y de conocimientos del territorio. Este capital social puede ser amplificado por la intervención pública.

La conversación con las participantes estuvo motivada por tres preguntas: 1. ¿Qué retos tiene la construcción de comunidad en nuestras sociedades? 2. ¿Energía como bien común? ¿Qué posibilidad o capacidad tienen las comunidades energéticas para contribuir a este cambio? 3. ¿Qué tiene que ver todo esto con el Decrecimiento?

En el debate en grupos se hizo énfasis en las dificultades de construir comunidad en sociedades forjadas desde el individualismo. Pero esta no es la única dificultad. También lo son la falta de tiempo, la falta de praxis y referentes. Y si le sumamos el tema energético, se necesita una gran acción de pedagogía para que la gente se involucre activamente.

Por otra parte, también se comentó que avanzar en la transición también implica reconocer conflictos y avanzar en su resolución o, al menos, abordarlos. Dentro de las mismas comunidades energéticas pueden haber visiones diferentes en referencia a cuáles son sus objetivos. Por lo tanto, se dice que las CE deberían tener unos intereses generales comunes.

En cuanto al Decrecimiento, se explica que, a veces, si ya se ha hecho la inversión en autoconsumo o autoconsumo compartido, se tiende a consumir más en momentos de mayor producción. Esto resulta problemático. De ahí que se plantea que las comunidades podrían tener objetivos de reducción del consumo conjunto o que la reducción permitiera la entrada de más socias.

Por último, también se podría trabajar de manera mancomunada para hacer acciones de incidencia conjunta como se ha hecho con la firma del memorándum de entendimiento entre el Collettivo di Fabbrica y la CE Energia Bonita.

Si quieres seguir el debate, te animamos a sumarte a la conversación online de Somos Comunidades.

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