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Nicola Scherer / El Salto / La siguiente crisis llama a la puerta mientras el Congreso debate sobre la anterior


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Los partidos políticos llevan un año discutiendo en el Congreso los motivos de la crisis financiera, pero no han propuesto nada para evitar una nueva.

Artículo por Nicola Scherer, publicado en El Salto, 21/12/18

Después de un año y medio de trabajo, la Comisión de Investigación sobre la Crisis en el Congreso, -que investiga la crisis financiera y el rescate bancario-, avanza hacia el dictamen final. El pasado jueves 29 de noviembre, los partidos políticos sacaron sus conclusiones sobre el dictamen, que contempla un informe con propuestas.

El PSOE y PP aprobaron el informe, que destaca por su falta de autocrítica, culpando principalmente al modelo de supervisión bancario europeo -basado en exámenes de test de estrés a la banca-, así como a instituciones del Estado como son la Junta Única de Resolución y el Banco de España en su rol de supervisores. Ciudadanos ha votado en contra, mientras Unidos Podemos y Compromís se han abstenido. Según Ciudadanos se debería señalar a los responsables políticos del bipartidismo y su mala gestión de las cajas de ahorros. Unidos Podemos pide que, entre otros, se mencionen los 700.000 desahucios provocados por la crisis y pide que se señale a los responsables de la “burbuja inmobiliaria”.

Mientras que los partidos políticos opinan, la ciudadanía, que lleva sufriendo los impactos de la crisis financiera y las políticas de austeridad desde hace ya 10 años, sigue esperando poder acceder al informe del dictamen final. La falta de transparencia para poder acceder a las conclusiones y la lentitud del proceso administrativo de la Comisión de Investigación en el Congreso son muy graves. Pero más preocupante es la narrativa del dictamen final: “Las decisiones erróneas son tomadas por personas particulares o grupos de personas”. No contempla que la crisis financiera y el rescate bancario tengan en su origen un error sistémico y estructural, y no propone reforma alguna del marco regulatorio bancario y financiero que pueda servir para evitar futuras crisis financieras.

El dictamen final no contempla que la crisis financiera y el rescate bancario tengan en su origen un error sistémico y estructural

El dictamen de la Comisión de Investigación refleja una clase política que fue incapaz de prever y gestionar la anterior crisis, y que no ha aprendido la lección, ya que sigue ciega ante una nueva crisis financiera que ya se está aproximando. Sus propuestas de mejora no cambiarán la raíz del problema, y la falta de legislación para juzgar a todos los responsables deja en evidencia que pocas cosas han cambiado desde 2008.

Estamos ante el auge de una nueva crisis financiera

La siguiente ola es solo cuestión de tiempo. De hecho, la crisis financiera internacional de 2008 no fue la primera; fue la segunda crisis financiera global que generó el sistema financiero actual. La primera crisis del año 1929 duró más de 10 años y causó igualmente impactos desastrosos en las económicas y sociedades en todo el mundo. Lo que tienen en común estas dos crisis globales son los desencadenantes: sobreendeudamiento de una gran parte de los actores económicos, excesos en la concesión de préstamos por las instituciones financieras y falta de órganos, mecanismos o legislación de regulación.

La pregunta es si el sistema financiero ha cambiado desde 2008. ¿Se han tomado medidas para evitar que estos tres factores vuelvan a generar otra catástrofe? ¿Ha propuesto la Comisión reformas estructurales para el sistema financiero internacional? Desgraciadamente la respuesta es un rotundo no.

Los últimos 10 años nos han mostrado con qué impunidad y poder absoluto actúan las élites financieras. Sus lobbies, consejeros y especialistas están representados en todas las instituciones internacionales, europeas y nacionales, y han logrado suprimir, evitar o suavizar cualquier propuesta de reforma del sistema financiero actual. El ejemplo más claro ha sido la iniciativa de la Ley de regulación financiera de Barack Obama de 2010. Pretendía ser la mayor reforma del sistema financiero estadounidense de los últimos 70 años, pero resultó ser una reforma moderada de tan solo algunas pequeñas partes del sistema. Es un ejemplo claro de las presiones de los lobbies financieros, que están presentes en cada momento en los debates políticos y procesos administrativos de las instituciones estadounidenses.

¿Cuándo debemos esperar esta nueva crisis financiera?

La respuesta no es fácil. Puede ser en 1 año, 2 ó 5… Lo que sí es alarmante es que ya no son solo las voces críticas las que advierten sobre ella: también los propios actores principales del sistema financiero internacional como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que advierte a los inversores de que pueden estar subestimando los riegos de una crisis financiera debido a “las peligrosas corrientes de fondo” como el aumento de la deuda mundial, el deterioro de las relaciones comerciales mundiales (especialmente entre Estados Unidos y China) y la presión sobre los mercados emergentes”. En el seno de la reunión anual de las Juntas de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Grupo Banco Mundial (GBM) -que se celebró durante el mes de Noviembre en Bali-, el FMI presentó su informe Global Financial Stability Report , oct. 2018 que informa sobre el aumento de los riesgos a corto plazo para la estabilidad financiera. Esta visión coincide con el informe “World Economic Outlook, oct. 2018” publicado unos días antes por el GBM.

¿Cuáles son los indicios de la nueva crisis financiera?

Hay muchos indicios que apuntan a que una crisis financiera se está aproximando. Por un lado hay factores financieros como el aumento de la emisión de bonos en los últimos 8 meses al nivel global o la creciente fuga de capital de los países emergentes. Por otro lado existen los indicios socio-económicos como la subida global de la pobreza y la desigualdad, mientras que el sector financiero registra ganancias millonarias.

El indicador más llamativo es sin embargo el aumento de la deuda al nivel global. La deuda mundial se sitúa actualmente en 164 billones de dólares, que corresponde al 225% del PIB global. Este nivel de endeudamiento es incluso más alto que en 2009 cuando se situó en la cifra récord del 213% del PIB global.

La deuda mundial se sitúa actualmente en 164 billones de dólares, el 225% del PIB global

¿A qué se deben estas cifras? Muchos países del Sur global están sufriendo en este momento una crisis de la deuda externa (o soberana), lo que significa que están tan sobreendeudados que nunca podrán hacer frente a las responsabilidades de devolver los préstamos y sus intereses.  Países como Ghana, Zambia, Camerún, Angola o Pakistán ya están en esta situación. Y la tendencia es creciente. Especialmente los países africanos, que están en una situación crítica. El nuevo informe Africa’s growing debt crisis: Who is the debt owed to?, de Jubelee Debt Campaign UK, muestra que los servicios de la deuda externa de los gobiernos africanos se duplicaron en los últimos dos años en un promedio del 5,9% de los ingresos del gobierno en 2015 a 11,8% en 2017.

A diferencia de las últimas crisis de la deuda de los países del Sur Global, esta crisis proviene de un auge de préstamos, especialmente por parte del sector privado. La crisis financiera del 2008 hizo desaparecer sectores lucrativos de inversión en el Norte global, por lo que el capital financiero internacional se dirigió a los países más pobres buscando los beneficios más lucrativos para el mercado financiero. En el caso de África, los gobiernos deben el 32% de su deuda externa y el 55% del servicio de la deuda al sector privado. Esto supone para muchos gobiernos del Sur global una nueva dependencia de acreedores agresivos como los actores financieros que especulan con las emisiones de bonos o inversionistas extranjeros que aparecen en los mercados de deuda interna.

¿Hemos aprendido la lección? ¿Dónde están los responsables?

La causa de la crisis financiera de 2008 ha sido el propio funcionamiento del sistema financiero internacional. Un sistema que tiene la avaricia como valor conductor. Un sistema cuyo objetivo final es hacer el máximo beneficio, creando dinero a través de la deuda. ¿Ha cambiado algo en este sistema, hemos aprendido la lección?

Realmente no, las reglas del juego no han cambiado. ¿Y quiénes son los verdaderos responsables?

En primer lugar son las élites financieras internacionales que tienen que asumir su responsabilidad en esta crisis, en concreto los directivos de bancos, fondos de inversiones, de pensiones, agencias de valoraciones y auditoras, etc. Ellos y sus lobbies han incidido en las instituciones para evitar cualquier regulación o legislación que podría poner fin a sus actividades lucrativas.

El sistema financiero internacional no ha sido reformado y los pocos intentos de cambio y regulación han sido derrumbados por parte de los lobbies financieros

Los políticos hicieron muchas promesas desde el inicio de la crisis en 2008 y no han cumplido ninguna. El sistema financiero internacional no ha sido reformado y los pocos intentos de cambio y regulación han sido derrumbados por parte de los lobbies financieros en colaboración con los políticos del turno.

Las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs), especialmente el FMI, el BM, el G20 o la OECD, tampoco han podido promover la reforma del sistema financiero internacional. Aunque se habló en la Cumbre del G20 de noviembre de 2008 sobre la responsabilidad de los “excesos financieros” y se creó la Junta de Estabilidad Financiera como un gobierno supranacional (cuyo objetivo era hacer propuestas sobre reformas del sistema financiero), la realidad ha mostrado que estas propuestas desaparecieron o se suavizaron durante los trámites administrativos. No se ha introducido legislación ni mecanismos de supervisión para prevenir o limitar los excesos y abusos cometidos por parte de las élites financieras.

Y este poder absoluto del sector financiero ¿de dónde viene? Desde los años 70 se ha concretado un proceso en el que el sector financiero ha cogido un rol protagonista en aumento, metiéndose en todos los ámbitos de la política, economía y vida cotidiana. Esto se da por una multitud de decisiones políticas que han promovido cada vez más la liberalización de las finanzas. Estamos experimentando la financiarización de las sociedades y de nuestra economía global. Este fenómeno es alarmante, ya que vivimos un aumento del poder del sector financiero casi absoluto. El sistema financiero ejerce sin control democrático ni transparencia, y con un poder casi absoluto sobre la toma de decisiones en el nivel político más alto, impactando así en las poblaciones y ecosistemas de todo el mundo.

¿Se repetirá la historia?

El 15 de septiembre de 2018 se cumplieron 10 años de la bancarrota de la compañía global de servicios financieros de Estados Unidos Lehman Brothers, que desencadenó la crisis financiera de 2008. Esta crisis causó una crisis multifacética con impactos desastrosos en la económica productiva, en todos los ámbitos sociales y en el ecosistema global. Los que más han sufrido esta crisis son los que menos han aportado a su gestación. Mujeres, pensionistas, familias, enfermos y refugiados. Grandes sectores de la población en todo el mundo, que han sufrido una disminución significativa en sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) a cambio de precariedad laboral, desempleo, pobreza, falta de una vivienda digna, recortes estructurales en sanidad, educación y pensiones.

¿Se repetirá la historia? Desgraciadamente la respuesta es sí. Pero esta vez la ciudadanía estará más concienciada y preparada. En los últimos 10 años se han formado una inmensa cantidad y variedad de resistencias y movilizaciones sociales. Desde el 15M a la PAH, las mareas blancas, amarillas o naranjas, hasta el movimiento feminista. Las respuestas de la ciudadanía organizada son diversas y esperanzadoras.

Las respuestas a las crisis financieras y a la austeridad, tienen que venir de abajo a arriba; del compromiso, el activismo crítico y el empoderamiento ciudadano

Las respuestas a las crisis financieras y a la austeridad, tienen que venir de abajo a arriba; del compromiso, el activismo crítico y el empoderamiento ciudadano. Tenemos que entender las causas de la crisis financiera y aprender las lecciones para que no vuelva a pasar.

Reclamamos a los partidos políticos que el dictamen final de la Comisión de Investigación del Congreso sobre la crisis financiera en España -que se publicará probablemente en febrero de 2019-, señale a los responsables que se han aprovechado de la crisis y al fallo sistémico del sistema financiero, proponiendo regularizaciones efectivas a largo plazo para que la ciudadanía no tengamos que sufrir una nueva crisis financiera y de valores.

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