El gas natural va escalando posiciones y ganando relevancia en el escenario energético mundial. Sin dejar atrás el consumo del carbón y del petróleo, el gas se ha impuesto en la retórica oficial como el combustible de transición hacia las economías bajas en carbono. Esta afirmación se repite como un mantra que alisa el terreno para el desarrollo gasístico a nivel mundial. Por este motivo, el presente estudio quiere hacer una lectura crítica de las múltiples dimensiones e implicaciones de la apuesta por el gas a escala global y, particularmente, en la Unión Europea, intentando traducir la complejidad en argumentos claros que ayuden al debate, y prestando especial atención a la influencia de la geopolítica y de los intereses económico-financieros en la apuesta por el gas.
La publicación comienza con un resumen de las características principales del gas natural (cap.1) que han determinado su evolución histórica, considerado un subproducto de la extracción petrolera y de difícil transporte y almacenamiento dado su estado gaseoso (cap.2). Pero superada esa etapa, y con la sobrevenida aparición del gas no convencional, el desarrollo parece imparable, tanto para la exploración y explotación de yacimientos, como para la proyección de un sinfín de megainfraestructuras (cap.3). En consecuencia, aumenta el valor geoestratégico de las regiones con reservas gasísticas y se acelera el interés por crear un verdadero mercado global del gas.
En la Unión Europea, la caída de la extracción interna y el crecimiento del consumo hasta 2010 han incrementado su dependencia del exterior, aumentando la presión sobre otros territorios y comunidades ricas en hidrocarburos (cap.4.1). La UE anuncia entonces su Unión de la Energía, una suerte de estrategia con una dimensión exterior, diversificar las importaciones a través de rutas gas fuera de la órbita rusa, y una dimensión interior, interconectar a los Estados Miembro para que los m3 de gas puedan circular libremente en la UE (cap.4.2). Pese a la subutilización de las infraestructuras existentes, la justificación-excusa del conflicto entre Rusia y Ucrania es suficiente para proyectar nuevos gasoductos y terminales de importación de gas, asignándoles la categoría de proyectos de interés común y otorgándoles la capacidad de recibir financiación y garantías públicas (cap.4.3).
Precisamente la parte financiera, tanto por la transición de los precios indexados al petróleo a los precios de mercado como por la multimillonaria inversión necesaria para las infraestructuras de gas, es un punto clave del estudio. La financiarización del gas y de las infraestructuras abren la puerta a nuevos actores (por ejemplo, fondos de inversión) que nada tienen que ver con el mundo de la energía y menos con las necesidades de la ciudadanía (cap.5).
El estudio también aborda los impactos en los países exportadores y en sus poblaciones, mostrando indicadores y casos concretos que reflejan el otro lado de las relaciones gasísticas (cap.6).
Por último, las fugas de metano en la cadena desde la extracción hasta el consumo (cap.7) toman protagonismo. Los cálculos realizados ponen en seria duda la idea del gas como “amigo climático” y, por tanto, tratados como el TTIP o el CETA (cap.4.4), que estimulan los tránsitos transoceánicos de gas, entran en fuerte contradicción con la lucha contra el cambio climático y el acuerdo de París.
El libro está disponible para descargar y es posible solicitar envío de copias impresas por correo a través de este formulario.
Autor: Alfons Pérez – abril 2017
Colaboradores: Anna Pérez, Davide Panadori, Nicola Sherer, Alfred Burballa, Josep Nualart y Raül Sánchez.
Con el apoyo de: Rosa-Luxemburg-Stiftung y la Unión Europea.