En la Cumbre del G20 en China en 2016, el G20 acordó la Alianza para la Conexión de la Infraestructura Global para reforzar y enlazar los planes de infraestructuras de las diferentes regiones y continentes del mundo. La Alianza promueve proyectos de grandes infraestructuras con valores de entre mil millones y trillones de dólares que se financian, construyen y operan a través de Colaboraciones o Concesiones Público Privadas (o CPPs). En la Cumbre, los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) como el Banco Mundial emitieron una declaración apoyando esta alianza con un apoyo mínimo de US $ 350 mil millones entre 2016 y 2018 (Heinrich Boell Foundation, 2017).
Este plan de infraestructuras del G20 implica construir un nuevo paradigma económico que pretende conectar muchas regiones estratégicas del mundo con el fin de facilitar la comercialización y transporte de mercancías y el crecimiento económico. No en vano, los BMD describen este nuevo paradigma como «De miles de millones a billones de dólares» (WBG, 2015). Los objetivos principales de esta Alianza serán 1) El uso de dinero público (como impuestos, pensiones, tasas de usuarios por servicios de infraestructuras, garantías) para aprovechar o catalizar inversiones del sector privado, 2) La construcción de «tuberías «de proyectos» bancables «, con énfasis en megaproyectos que se financian y operan a través de CPPs y 3) mejorar los mecanismos de las CPPs para replicar rápidamente.
Este empuje de expansión del capital está enmarcada en un proceso de industrialización de ciertos países y de aceleración del uso de recursos naturales que alcanza unos niveles de crecimiento sin precedentes en la primera década del siglo XXI. Estas tendencias están asociadas con una creciente presión sobre el ambiente y la población, generando conflictos socioambientales. Una parte de estos conflictos están asociados a la extracción, transporte y almacenamiento de energía en países del Sur y emergentes para suplir el consumo del Norte global, dando lugar a fuertes debates, tanto en las economías extractivas como en las economías del Norte , sobre la insostenibilidad ambiental y social de los modelos de desarrollo y consumo.
Los mecanismos pero para promocionar este nuevo paradigma no son nuevos; las Colaboraciones o Concesiones Público-Privadas se han impulsado durante las últimas dos décadas sobre todo por el Banco Mundial (con otros actores como la UE). Este informe hace una recopilación de las lecciones de estas dos décadas de APPs; primero describe que es una Asociación Público-Privada y hace una aproximación histórica de su evolución. En el siguiente apartado explica las motivaciones para la promoción de esta forma de financiación de infraestructuras para después explicar en el apartado 5 las principales críticas y problemas que se han encontrado. Finalmente concluimos con unas recomendaciones para el futuro de las CPPs. Proponemos una mejora en la transparencia y la gobernanza de la financiación de infraestructuras, donde la opción de financiación pública se considere poniendo sobre la mesa los costes reales de las dos opciones y teniendo también en cuenta otras consideraciones como los impactos sociales, ambientales y de género de las dos opciones.
Autora: Marta Conde
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