La cuarta conferencia de la ONU sobre financiación para el desarrollo termina con un documento poco ambicioso, con muchos deberes y con un fuerte cuestionamiento del status quo. Artículo de opinión de Nicola Scherer, investigadora en justicia financiera en el ODG.
Si los países miembros de Naciones Unidas fueran a cenar, ¿cómo sería la configuración de las mesas? ¿Quién se levantaría para servir y fregar los platos en la cocina? ¿Quién sería el cuñado de turno? ¿Quién se sentaría en la mesa de los niños? Y si nos imaginamos que el tema de la cena fuera hablar de reformar el sistema económico-financiero internacional con el objetivo de reducir las desigualdades en un contexto internacional de conflictos y crisis múltiples, ¿cuáles serían los diálogos, las propuestas y argumentos?
Esta cena ha tenido lugar en Sevilla, y el anfitrión ha sido el Estado español. La pasada semana, unas 15.000 personas de 150 países, 70 jefes y jefas de Estado, la sociedad civil y 6.000 representantes del sector privado participaron en la 4ª Conferencia de Naciones Unidos sobre Financiación para el Desarrollo (Ffd4 en sus siglas de inglés) para aprobar el Compromiso de Sevilla. Una cita multitudinaria que ha tratado temas claves como la deuda soberana, la fiscalidad internacional, la financiación de la cooperación al desarrollo y la reforma de las instituciones financieras internacionales.
A pesar de la potencialidad de llegar a acuerdos internacionales transformadores hacia la justicia global, la Conferencia Ffd4 ha sido presentada tanto por medios de comunicación como por los gobiernos del Norte Global como una simple cumbre de financiación al desarrollo, reforzando la narrativa de «cuánto dinero damos a los países pobres para que puedan cumplir con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y bajo qué condiciones». Seguramente, ya habéis hecho apuestas sobre quién sería el cuñado en esta cena. Pues bien, Estados Unidos se levantó de la mesa antes de empezar (nos evitaría muchas discusiones si eso pasara en algunas cenas familiares). Ya durante los meses de negociación anteriores en el proceso de Ffd4, EEUU se manifestó en contra de absolutamente cualquier propuesta. Gracias a su retirada, el Compromiso de Sevilla ha sido aprobado por consenso. Queda pendiente ver cuánta fuerza y ganas tiene EEUU para boicotear los próximos pasos.
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