Climática | La fiebre por las tierras raras en el Ártico sueco


La fiebre por las tierras raras no solamente se encuentra en el Sur Global: también amenaza el Ártico sueco. Este es el primer artículo de ‘Un viaje a la ruta europea de las tierras raras: de la mina al imán’, una serie elaborada por Alfons Pérez, investigador en justicia climática del ODG. En estos reportajes nos desplazaremos a lugares tan remotos como el Círculo Polar Ártico sueco y la frontera rusa en Estonia, pasando por las realidades territoriales del último pueblo indígena europeo y la influencia de la ‘old school’ soviética en la novedad europea.

A estas alturas, es de sobras conocido el interés de las grandes potencias mundiales por las tierras raras. Este conjunto de 17 elementos químicos que se mantenían en el anonimato, ahora son motivo de disputa pública desde que Donald Trump los mencionó y los impuso como moneda de cambio en el acuerdo con Ucrania. A saber, China tiene el control de la cadena de suministro de las tierras raras, y eso le confiere un poder que perturba a Washington.

En la UE también se ha movido ficha desde que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, puso al mismo nivel de relevancia estratégica el litio y las tierras raras respecto el petróleo y el gas. Es conocido que la guerra de Ucrania disparó la búsqueda de rutas alternativas de suministro energético fuera de la órbita rusa, pero también de materias primas fundamentales, el input material necesario para la pretendida reindustrialización verde Made in EU que garantizaba el Reglamento de Materias Primas Fundamentales europea (Critical Raw Materials Act) de marzo de 2024. Este documento representó un auténtico avance de la frontera extractiva que irrumpía, dentro y fuera de las fronteras de la UE, en la carrera global para conseguir litio, cobre, níquel, cobalto, manganeso, grafito y tierras raras, entre otros elementos químicos necesarios para las llamadas tecnologías limpias.

Pero el punto de partida de nuestro viaje es la Unión Europea y el foco las tierras raras. Así que en esta serie titulada Un viaje a la ruta europea de las tierras raras, compuesta de tres artículos, nos desplazaremos a lugares tan remotos como el Círculo Polar Ártico sueco y la frontera rusa en Estonia, pasando por las realidades territoriales del último pueblo indígena europeo y la influencia de la old school soviética en la novedad europea.

¿Por qué son tan codiciadas?

Las tierras raras tienen propiedades magnéticas, ópticas y catalíticas que las convierten en auténticas vitaminas para la fabricación de imanes permanentes para los motores eléctricos y las turbinas eólicas. Desde que China se propuso liderar la fabricación mundial de las tecnologías de la transición –principalmente, paneles fotovoltaicos, aerogeneradores, vehículos eléctricos y baterías–, los demás han ido a remolque. El plan quinquenal 14 de 2001 marcó el camino que determina la realidad actual: si impulsas una transición verde de base tecnológica, dependes de China. Además, la República Popular presenta una ventaja geológica: tiene prácticamente el 50% de las reservas mundiales de tierras raras, más del doble que el segundo país en la lista, Brasil, y veinte veces más que EE. UU., que durante muchos años lideró la extracción. Y un liderazgo industrial abrumador: el 90% de la separación y refinado del neodimio, disprosio, praseodimio y terbio, cuatro de las principales tierras raras, se realiza en China.

Pero hay más. Las tierras raras también se utilizan en la industria militar: en el guiado de misiles Tomahawk, y en el equipamiento de barco y aviones de combate, entre muchas otras aplicaciones del sector armamentístico. Sin ir más lejos, el antiguo Departamento de Defensa de los EE. UU., ahora sin complejos, Departamento de Guerra, publicó un comunicado en 2024 advirtiendo de los riesgos de las dependencias chinas y asegurando que los sistemas ópticos, láseres y radares del caza F-35 Lightning II requieren aproximadamente 400 kg de tierras raras;  los motores y sensores del barco destructor clase Arleigh Burke DDG-51, unos 2.400 kg; y el submarino de la clase Virginia requiere más de cuatro toneladas. Y claro, esto sí preocupa al pacificador-belicista de Trump y es uno de los motivos del conflicto abierto con China. Por si esto no fuera suficiente, las tierras raras inquietan a las grandes petroleras y a Silicon Valley porque se utilizan para fabricar catalizadores que mejoran la eficiencia del refinado de petróleo y son esenciales para la producción de dispositivos electrónicos y componentes de alta tecnología para la comunicación y almacenamiento de datos.

Mientras tanto, en la Unión Europea, el ritmo extractivo lo marcan los objetivos del Reglamento de Materias Primas Fundamentales, que busca conseguir, para el año 2030, un 10% de extracción dentro de territorio europeo, un 40% del procesamiento, un 25% del reciclado y que ningún tercer país acapare más del 65% del suministro de una materia prima fundamental para Europa. Ese es el punto de partida europeo.

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