Mientras la UE firma un nuevo acuerdo de hidrógeno «verde» con Sudáfrica, señalamos los devastadores impactos de estos planes neocoloniales de importación. El Observatorio de la Deuda en la Globalización es parte de las 134 organizaciones de la sociedad civil exigiendo que la UE detenga los objetivos de importación de hidrógeno «verde».
Una semana después de que la UE firmara su primera Asociación para el Comercio Limpio y la Inversión con Sudáfrica, centrada en el hidrógeno «verde» y los minerales críticos, 134 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo están pidiendo en la UE y a sus Estados miembros que supriman sus planes de importación de hidrógeno «verde» neocolonial.
La UE tiene previsto importar 10 millones de toneladas de hidrógeno «verde» para 2030 de países como Sudáfrica, Chile y Namibia. Sin embargo, en una carta abierta publicada hoy, los grupos advierten que el plan replica las injusticias de la era de los combustibles fósiles, sacrificando las comunidades del Sur Global para los objetivos de descarbonización de Europa.
De acuerdo con la carta, la lucha de la UE por el hidrógeno tendrá consecuencias devastadoras para las comunidades dondequiera que tenga lugar. Los proyectos de hidrógeno orientados a la exportación a gran escala requieren grandes cantidades de tierra y agua, dando lugar a la captura generalizada de tierras y agua, a menudo sin el consentimiento libre, previo e informado de las comunidades locales.
Yegeshni Moodley, activista por el clima y la energía en GroundWork y uno de los coautores de la carta abierta, dijo: «los planes de hidrógeno de Europa huelen a colonialismo verde, ofreciendo poco beneficio tangible para acoger países como Sudáfrica, robando a las comunidades sus recursos disponibles para la transición a una energía limpia y segura».
Estos impactos se exponen en un nuevo documental de Corporate Europe Observatory, estrenado en Bruselas el 27 de noviembre, que cuenta con entrevistas a comunidades sudafricanas en las líneas de frente de proyectos de hidrógeno propuestos.
Mientras que la UE habla de hidrógeno verde fabricado con electricidad renovable, los activistas también temen que sea un caballo de Troya para el hidrógeno fabricado con combustibles fósiles, ya que no habrá suficiente electricidad verde para producir hidrógeno y descarbonizar la economía.
Pascoe Sabido, investigador y activista del Corporate Europe Observatory y uno de los coautores de la carta abierta, dijo: «La UE quiere importar grandes cantidades de hidrógeno «verde» por descarbonizar su propia economía, pero ha ignorado totalmente las voces de los directamente afectados por los proyectos. Necesita desguazar sus planes poco realistas y empezar a escuchar las comunidades de primera línea en lugar del lobby del hidrógeno, que es poco más que la industria de los combustibles fósiles disfrazada.»
UE, decimos no a las importaciones de hidrógeno verde
134 organizaciones de la sociedad civil exigen a líderes de Europa que hagan marcha atrás respecto al objetivo de la UE de importar 10 millones de toneladas de hidrógeno «verde» para 2030 y que termine con todo el apoyo a las importaciones de hidrógeno «verde». En vez de eso, los gobiernos de la UE deben cumplir con los objetivos climáticos a través de esfuerzos domésticos y haciendo una transición justa rápida para abandonar los combustibles fósiles.
La Unión Europea pretende importar 10 millones de toneladas de hidrógeno verde para 2030 de países como Chile, Colombia, Marruecos, Namibia, Túnez y Sudáfrica. Este objetivo, promovido de manera agresiva por los intereses empresariales, la industria fósil y sus grupos de presión, es poco realista. Por otro lado, es injusto, ineficiente y se basa en un modelo neocolonial que da prioridad a las agendas energéticas europeas que no tienen en cuenta los derechos, las necesidades y el porvenir de las comunidades del Sur Global. Y a pesar de la promesa de aumentar la seguridad energética de la UE, cambiar de una materia prima importada por otra solo conducirá a Europa a una mayor dependencia de terceros. La UE no puede afirmar estar liderando una transición verde justa mientras contribuye al colonialismo energético fuera de sus fronteras.
Más de 80 grupos de África, Europa y el resto del mundo ya se han negado al Corredor SoutH2, destinado a transportar hidrógeno desde el norte de África hasta Alemania. Estos grupos consideran que el problema no se limita a un solo hidroducto/gaseoducto, sino que expusieron las deficiencias de los proyectos de producción de hidrógeno a gran escala orientados a la exportación. Asimismo, pidieron a los gobiernos que “dejasen de invertir en proyectos de producción y transporte de hidrógeno que impiden la construcción de un modelo energético justo para las comunidades en Europa y África”. El problema tampoco se limita a un solo continente.
La producción de hidrógeno verde a gran escala, ocurra donde ocurra, necesita de ingentes cantidades de suelo, agua y energía renovable. Para los países productores, esto implica desplazar a comunidades, expropiar tierras, sobreexplotar recursos hídricos ya de por sí escasos y redirigir la energía renovable que podría usarse para el desarrollo local. Todo esto se lleva a cabo a expensas de alcanzar los objetivos de descarbonización europeos y sin ofrecer casi ningún beneficio a las comunidades afectadas sobre el terreno. Si el hidrógeno verde debe desarrollarse, debería producirse para el consumo local, no para las industrias europeas. No obstante, la energía renovable debe, ante todo, usarse para cubrir las necesidades y los derechos locales; y no como una mera materia prima que debe extraerse y transportarse a otras regiones del planeta. Europa no puede llevar a cabo la transición de su propia economía a costa de las del Sur Global.
Por qué decimos no a las importaciones de hidrógeno verde
Repercusiones para las comunidades de los países productores
- Expropiación de suelo y recursos hídricos: los proyectos de hidrógeno centrados en la exportación requieren enormes cantidades de suelo y recursos hídricos, que suelen adquirirse mediante la expulsión de las comunidades locales sin un consentimiento previo, informado y libre.
- Acceso a la energía: la infraestructura de energía renovable no se está construyendo para el beneficio local, sino para los mercados europeos, a pesar de que las poblaciones locales a menudo carecen de un acceso adecuado a la energía.
- Ausencia de empleos locales dignos o desarrollo real: a pesar de las promesas de los gobiernos y las grandes empresas, estos proyectos crearán pocos puestos de trabajo y no conseguirán contribuir de
manera significativa a las economías locales. Al mismo tiempo, destruirán los medios de subsistencia existentes.
Un modelo neocolonialista y extractivista
- Una transición injusta: estas importaciones ahondan en unas prácticas extractivistas, mediante las cuales se están tomando recursos naturales del Sur Global para alimentar las economías del Norte Global, sin que estas asuman los costes sociales, medioambientales y económicos.
- Omnieuropeo: la mayoría de las empresas involucradas serán europeas, así como la tecnología y los consumidores. Por lo tanto, los beneficios también serán “europeos”, pues engrosarán los bolsillos de unas pocas grandes multinacionales.
- Deuda y riesgo en los países productores: los países del Norte Global proporcionan principalmente préstamos y garantías para las compañías y los bancos europeos, mientras que se espera que los
gobiernos en los países productores utilicen fondos públicos para proporcionar la seguridad legal necesaria para reducir el riesgo de las inversiones privadas. Por lo tanto, aumentan los niveles de deuda
de los gobiernos del Sur Global, cuyas finanzas públicas ya tienen dificultades de por sí.
Respaldo de una economía basada en los combustibles fósiles
- Un caballo de Troya para los combustibles fósiles: las empresas petroleras y gasistas promocionan públicamente el hidrógeno verde mientras que por otro lado se aseguran de que el hidrógeno fósil se
considere “limpio” y “bajo en carbono”. Así prolongan la extracción de gas fósil y consolidan tecnologías fallidas como la captura y almacenamiento de carbono (CCS). - Ningún cambio para los grandes contaminadores: los contaminadores que dependen de los combustibles fósiles, como ArcelorMittal, han prometido usar hidrógeno verde en el futuro para no cambiar sus prácticas actuales.
- Alargar la vida de la infraestructura fósil: la denominada infraestructura “lista para usar hidrógeno” se está usando para transportar, almacenar y quemar gas fósil, algo que seguramente continúe durante el futuro próximo.
- Retraso de la transición: en lugar de ir retirando gradual y rápidamente el carbón, el petróleo y el gas fósil e invertir en sistemas de energías renovables locales, democráticas y de propiedad pública, la UE
sigue manteniendo a las compañías fósiles al mando de la transición energética.
Sinsentido económico
- Caro e ineficiente: producir y exportar hidrógeno verde para transportarlo a largas distancias no es viable económicamente. Exige cuantiosas subvenciones y altos costes en infraestructura.
- Pagado por los contribuyentes y las comunidades locales: los contribuyentes europeos financiarán las importaciones de hidrógeno y se verán expuestos a una mayor inseguridad energética y a desastres
climáticos. En el Sur Global, las comunidades lo pagarán a través de la pérdida de tierras, escasez de agua y deuda a largo plazo. Mientras tanto, las grandes empresas se lucran por partida doble.
Pedimos a la Unión Europea y a sus Estados miembro que:
- Abandonen el objetivo de 10 millones de toneladas de importaciones de hidrógeno verde para 2030 y se comprometan a alcanzar los objetivos climáticos nacionales mediante esfuerzos internos y el
abandono gradual, pero acelerado, de los combustibles fósiles. - Retiren todas las subvenciones públicas y ayudas económicas a la infraestructura de importación de hidrógeno verde, así como a los proyectos de producción de hidrógeno fuera de sus
fronteras orientados a la exportación. - Apoyen a los países del Sur Global con sus propias transiciones justas, basadas en la sostenibilidad y la justicia social para garantizar una democracia energética local. Los grandes contaminadores deberían pagar por la crisis climática que han provocado.
La UE no debe buscar una transición verde que replique las injusticias de la era de los combustibles fósiles. Las importaciones de hidrógeno verde son una falsa solución que sirve los intereses corporativos e incrementa la desigualdad entre el Norte y el Sur Global. Las políticas relacionadas con el hidrógeno verde no deberían estar en el centro de acuerdos de libre comercio, acuerdos en políticas energéticas o de comercio e inversión limpios. Una transición energética verdaderamente justa debe darse a escala mundial —no europea— y debe centrarse en la ciudadanía y las comunidades, no en los beneficios de las empresas. Exigimos un futuro energético basado en la justicia climática y la equidad para todos y todas.
No a las importaciones de hidrógeno verde. No al colonialismo energético. Sí a unos modelos energéticos justos para las comunidades del Sur Global, de Europa y del resto del mundo.
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