Más de mil académicos y académicas de diferentes partes del mundo reunidas en la 10th International Degrowth Conference. Un ejército de degrowthers que están dedicando sus investigaciones a desmontar los mitos del crecimiento. Artículo de Júlia Martí, investigadora del ODG, en Viento Sur.
Un millar de académicas internacionales, la mayoría de universidades europeas, reunidas en Pontevedra durante una semana por la 10th International Degrowth Conference. No es Saint Solines, no es Standing Rock, pero son jóvenes (y no tan jóvenes) –creo que una gran mayoría de una clase global media alta–, utilizando la universidad para atacar uno de los mitos más bien anclados de la modernidad: la necesidad del crecimiento para generar bienestar. Trabajan desde diferentes campos, algunos clásicos de la economía ecológica, como los modelos computacionales para prever los impactos económicos y ecológicos de diferentes escenarios futuros (desde la implementación de una economía circular hasta la aprobación de una renta básica en Europa) o la sistematización de bases de datos para superar el PIB como indicador único de la salud de una economía.
Pero, un poco más en los márgenes, también están las que impulsan investigaciones multidisciplinarias sobre el futuro de los cuidados en un mundo postcrecimiento, sistematizaciones sobre ejemplos de experiencias decrecentistas (desde economías comunitarias hasta el municipalismo), análisis de los impactos globales de la transición verde capitalista, etc. Y, aún más en los márgenes, las que se preocupan por las estrategias y construcción de narrativas.
Esta nueva comunidad académica vibrante tiene varios polos de agitación, uno de ellos está en Barcelona, donde desde el ICTA y la UB varios académicos internacionales consiguen millones de euros para investigar sobre Postcrecimiento (Jason Hickel, Giorgios Kallis, Dan O’Neill…). Por ahí escuché que les llaman los Barcelona Boys, o la Barcelona School… no se si algún día serán la némesis de los Chicago Boys, la verdad, o una versión actualizada de la escuela de Frankfurt, lo que si se es que en realidad más que los “boys” en esta comunidad la potencia la tienen una gran cantidad de chavalas listísimas, que están reapropiándose del concepto “decrecimiento” para hablar de transiciones justas para todas, empujando por feministizar y decolonizar la comunidad y la teoría.