Argelia fue testigo de una rebelión popular contra el fracking que duró cinco meses en 2015. Los pueblos del Sahara argelino, una zona rica en petróleo y gas natural, se alzaron y decenas de miles de personas desafiaron los planes de las autoridades y multinacionales para la extracción del gas de esquisto por fractura hidráulica en el país. Este levantamiento popular se debe situar en un contexto de exclusión económica y de saqueo de recursos en beneficio de una élite corrupta y de las multinacionales depredadoras, quienes están dispuestas a sacrificar los derechos humanos y ecosistemas enteros para la acumulación de ganancias.
Ya, en los años 90, BP, Total y Arco firmaron contratos en Argelia de miles de millones de dólares, pocos años después del golpe militar de 1992 que canceló las primeras elecciones multipartidarias en Argelia desde su independencia del colonialismo francés. En noviembre de 1996 se abrió un nuevo gasoducto Maghreb-Europa, para suministrar a la UE, atravesando España y Portugal. Estos contratos se firmaron en medio de una brutal guerra civil, de una violencia sistemática tanto por parte del gobierno como de los fundamentalistas
islámicos.
Estas firmas proporcionaron el marco de la relación de la UE con Argelia de los últimos 20 años y siguen dándole forma en el contexto actual de impunidad, represión y corrupción. El entusiasmo por entrar en Argelia en los años 90, a pesar de la violencia del estado argelino en ese momento, pone en evidencia las prioridades de la UE. La UE y sus multinacionales favorecieron sus propios intereses y consintieron la Guerra Sucia del régimen argelino en los años 90. Esa actitud perdura desde entonces.
La UE considera a Argelia como un socio estratégico debido a sus recursos de petróleo y gas natural. Con el agotamiento de las reservas de gas del Mar del Norte y la crisis en Ucrania, se estableció como una prioridad económica y estratégica para la UE el garantizar el acceso al gas argelino; esto explica por qué este país juega un papel tan importante en la política energética de la UE.
Esa política energética tiene como propósito atrapar el gas natural de África del Norte en la red energética europea, y está altamente influenciado por los intereses de la producción de armas y combustibles fósiles. Como resultado, la Comisión Europea promociona un ‘plan de acción de diplomacia energética’ para diversificar las fuentes de suministro de gas natural para la UE, con planes para explotar las enormes reservas argelinas aún sin perforar, y la estrategia integral de Gas Natural Licuado (GNL). Todo esto es un eufemismo para los agresivos intentos de la UE para acaparar más gas natural argelino (convencional o no convencional) obviando la voluntad de los pueblos de Argelia y, en el caso del gas de esquisto, sus reclamos y sus preocupaciones por el agua y el medio ambiente.
Hoy en día, un régimen caduco y un presidente frágil gobiernan Argelia, aferrándose al poder y atacando a los que exigen una democracia o desafían la corrupción. Pero los gobiernos de la UE persisten en ignorar a los movimientos sociales y a la sociedad civil en Argelia, y optan por cortejar al régimen argelino.
Este informe argumenta que la Política Exterior Energética de la UE prioriza los intereses de las corporaciones de combustibles fósiles y la adquisición de las reservas argelinas de gas natural, por encima de los derechos humanos o la soberanía del pueblo.
Autores:
Hamza Hamouchene
Alfons Pérez