El verdadero objetivo del Pacto Verde Europeo es eopolítico y geoestratégico. Artículo de Alfons Pérez, investigador del ODG, para Viento Sur.
A finales de 2019 la Comisión Europea presentaba el Pacto Verde Europeo (en adelante PVE), la hoja de ruta para que Europa fuera el primer continente neutro en emisiones para 2050. En estos casi cinco años de vigencia, el PVE ha resistido la pandemia y la guerra de Ucrania, convirtiéndose en la estrategia para la recuperación económica y un elemento central para la autonomía estratégica. Pero ¿cómo es posible que un conjunto de políticas ambientales y climáticas hayan sobrevivido a ese doble golpe? Simple y llanamente porque el PVE va mucho más allá de la transición verde: su verdadero objetivo es geopolítico y geoestratégico.
De ahí que un análisis crítico de su trayectoria no puede examinar solamente cada una de sus propuestas para determinar si contribuyen a la lucha contra la emergencia climática o si pueden ser catalogadas como greenwashing. El reto consiste en evaluar el PVE como un fenómeno emergente, que es más que la suma de sus partes; como un auténtico proyecto de reforma estructural económica, con consecuencias extraterritoriales, para que la Unión Europea lidere la revolución industrial verde.