Artículo de opinión de Claudia Custodio, investigadora del ODG en justicia climática, en la revista ELA (Euskal Sindikatua)
En un contexto de emergencia climática, crisis energética, guerras y desigualdades crecientes, las instituciones del Norte global han hecho un viraje hacia el lenguaje de la securitización a la vez que promueven la transición verde. En la Unión Europea, la descarbonización se ha presentado como una transición gemela, verde y digital, que van a liderar las grandes corporaciones. Esta transición requiere una enorme cantidad de materias primas para fabricar los dispositivos que permiten capturar energías renovables, electrificar y digitalizar. En el marco del tecno-optimismo –la creencia de que podemos solucionar la emergencia climática mediante la innovación tecnológica en el paradigma del crecimiento económico infinito– se ha intensificado el interés por el negocio de la transición verde, por capturar las etapas de la cadena de valor de las tecnologías verdes y digitales, y ha comenzado una carrera de las grandes potencias por las materias primas críticas.
La Agencia Internacional de la Energía calcula que la extracción global de materias primas deberá multiplicarse por cuatro entre 2020 y 2040. Sin embargo, en el caso del litio se multiplicaría por 42, para el cobalto por 25, para el níquel por 21 y por 19 en el caso del manganeso. Este incremento de la demanda está directamente asociada a las tecnologías de descarbonización –turbinas eólicas, paneles fotovoltaicos, vehículos eléctricos, etc–. Sin embargo, es importante destacar que el incremento viene dado, sobre todo, por la transición hacía la movilidad eléctrica.
La carrera mundial para acaparar los recursos necesarios para la transición está encabezada por China. Y es que los minerales para esta transición se encuentran repartidos en el mundo de forma desigual y China tiene reservas de muchos de ellos. Por ejemplo, lidera la producción mundial de tierras raras (60%) y de grafito (64%). Pero China no solo tiene reservas de minerales, sino que también controla su procesamiento y la fabricación de baterías para vehículos eléctricos (65%), de paneles solares y aerogeneradores (60%), de vehículos eléctricos (40%). Además, ha expandido sus inversiones en otros territorios con riqueza mineral como Australia, Chile, República Democrática del Congo o Indonesia.
Disputa por la hegemonía
Ahora, Europa y los Estados Unidos quieren seguir su estepa y disputarle la hegemonía, con sus planes de transición verde. Estados Unidos presentó en agosto de 2022 la Ley de Reducción de la Inflación para acelerar la descarbonización y promover la re-localización de industrias en su territorio, por medio de suculentos incentivos para la industria de tecnologías limpias.
A su vez, la UE se ha apresurado a legislar en la misma dirección: en los próximos meses entrará en vigor la Ley de Materias Primas Críticas, una normativa que se enmarca en el Plan Industrial del Pacto Verde y que fue aprobada el año pasado en tiempo récord para asegurar el suministro de materias primas. Y es que sus reservas minerales son limitadas y actualmente tiene un dependencia casi total del exterior. Esta regulación establece cuáles son los minerales considerados críticos (34) para la economía de la Unión, y el listado se revisa cada tres años. La novedad es que se ha añadido otro listado adicional, con 17 minerales estratégicos, aquellos que tienen una importancia estratégica para la transición verde y digital y la defensa, pero en los que existe una brecha entre el suministro global y el incremento proyectado de la demanda.
Bajo el paraguas de la autonomía estratégica, marca unos objetivos ambiciosos para 2030: extraer el 10% y procesar el 40% de materias primas críticas en territorio de la UE, que el 25% provenga del reciclaje, y que máximo un 65% de cada mineral estratégico provenga de un mismo país tercero. No solo quiere acopiarse de las materias primas sino también controlar las cadenas de suministro, por lo que plantea recuperar algunas de las industrias deslocalizadas durante el auge neoliberal. En otras palabras, la vuelta al Made in Europe. Y China no se ha quedado de brazos cruzados. Por poner un ejemplo, en diciembre de 2022, prohibió la exportación de tecnologías de procesamiento de tierras raras.
Ahora bien, cabe destacar que los minerales que incluyen no son solamente necesarios para la transición verde y digital si no también para la defensa y fabricación de armamento. De hecho, así lo reconoce el texto de la regulación. Por eso no sorprende que en la lista de minerales estratégicos aparezca el Titanio, que prácticamente no se usa en tecnologías renovables, pero sí para la industria armamentística.
Autora: Clàudia Custodio
Imagen:
Fecha: 24/03/2024